«Voy a Andorra. ¿Te traigo algo?»

El Retrovisor

No cabe duda de que Andorra siempre ha sido un importante destino turístico, especialmente por su extraordinario entorno natural y por su rico patrimonio cultural. Bueno, y para qué engañarnos, también por su amplia oferta comercial, que desde tiempo inmemorial ha sido otro de sus principales atractivos. Hablo, por supuesto, de la época a la que yo me refiero, allá hacia finales de los años 60, principios de los 70, cuando en lo de la cuestión bancaria aún no estábamos tan puestos como, por lo visto, hoy día.

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CARTAS DE UNA DESCONOCIDA (II). A Julio Iglesias

Querido Julio:

Por la presente, espero que te encuentres bien. Hacía mucho tiempo que quería ponerte unas letras, pero la verdad es que me daba bastante vergüenza. Pero ahora que ya tengo una edad, mi hija pequeña me ha convencido de que debía hacerlo. Al fin y al cabo, ¿qué podía perder, que no leyeras mi carta? Me daría pena, eso sí, pero también entendería que no lo hicieras, o que ni siquiera abrieras el sobre, pero me imagino la cantidad de cartas que debes de recibir todos los días, y seguro que no tienes tiempo para leerlas todas.

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Érase una vez un «Retrovisor»…

El Retrovisor

Feliz [cuento de] Navidad

Érase una vez un «Retrovisor» decidido a abandonar temporalmente su apacible refugio en internet y salir a la calle vestido de libro con la intención de recordarlo todo; bueno, o «casi» todo. Para ello, se atavió con sus mejores galas blogueras, o sea, con una selección de «prendas» personales extraídas de https://elretrovisorblog.wordpress.com, y se lanzó a la aventura dispuesto a contar algunas de esas historias y anécdotas que trasladan a un tiempo no tan lejano, al menos en esa imborrable memoria sentimental que suele conservarse con mucho cariño y una pizca de entrañable nostalgia.

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El Cinerama, una de las maravillas del mundo

El Retrovisor

En diciembre de 1958 se estrenó en el entonces cine Albéniz de Madrid y en el Teatro Nuevo de Barcelona un revolucionario formato cinematográfico que se conocía como «Cinerama». Básicamente, esta nueva maravilla tecnológica, que intentaba darle un mayor aliciente al cine con el fin de combatir la feroz competencia de la televisión, consistía en rodar las películas simultáneamente con tres cámaras de 35 mm, y luego proyectarlas también con tres cámaras sincronizadas sobre una pantalla gigantesca, lo que conseguía que las imágenes resultaran realmente espectaculares. El único problema, según parecía, es que se notaban ligeramente las líneas que separaban las tres proyecciones, aunque probablemente esto fue solo un mal menor comparado con lo que luego acontecería.

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