En los años 70, ya iba siendo hora de que los españoles comenzaran a mover un poco el culo y a traspasar de una vez por todas nuestras fronteras, y no precisamente para ir a trabajar a la vendimia francesa, a una cadena de montaje alemana o a servir a una acomodada casa parisina. Se trataba, simple y llanamente, de empezar a conocer otros rincones del planeta, aunque de momento muy lejos del todo no estuvieran, que ya habría tiempo de emprender aventuras más arriesgadas, y de paso, como de bien nacidos es ser agradecidos, devolver amablemente las innumerables visitas de turistas que desde hacía años ya estábamos recibiendo.
Ver la entrada original 698 palabras más