Liga de chapas (y II): Tiempo de juego

… Y después de tantos prolegómenos, ya solo quedaba iniciar la emocionante competición; eso sí, una vez sorteados los equipos, establecido el calendario de partidos y minuciosamente dibujado con una tiza las líneas del campo, con sus áreas, sus zonas de portería y su círculo central, que siempre ocupaban buena parte de la acera de la calle en la que generalmente jugábamos a casi todo. Solo un breve inciso para decir que, en lo que a las portería respecta, lo normal era hacerlas con pequeñas cajas de cartón, aunque yo hasta me atreví a hacer una réplica de las mismas con unos cuantos trozos de madera pintados de rojo, y una red hecha con la malla que traían las bolsas de naranjas. Continuar leyendo «Liga de chapas (y II): Tiempo de juego»

Liga de chapas (I): Fase previa

Las películas de sesión doble, las meriendas de pan con aceite o una onza de chocolate, el balón de cuero algo ahuevado, los cromos, el pídola, la lima, la peonza… y alguna tarde de futbolín en los billares del barrio formaban parte de aquellos veranos de nuestras infancia que parecían no acabar nunca y de los que disfrutábamos sin un solo minuto de descanso. Continuar leyendo «Liga de chapas (I): Fase previa»

Woody Allen: psicólogo de cabecera

Antes de enamorarme perdidamente de Woody Allen después de asistir atónito al estreno de Annie Hall, en 1978, ya había empezado a sentirme seducido por él en películas como Toma el dinero y corre (1969), Bananas (1971), El dormilón (1973) o Sueños de seductor (1972), esta última dirigida por Herbert Ross, en las que descubrí que había una forma distinta de hacernos reír, solo comparable a algunas de las inolvidables películas de los Hermanos Marx. Continuar leyendo «Woody Allen: psicólogo de cabecera»